Kyoko, Maestra Reiki
Llegaste con tus pasos finitos,
Como avanzando lentamente por el agua,
Caminabas dando pasos muy cortitos,
Como tanteando el terreno precavida,
Te veía pequeña, ligera, liviana,
Disminuida y desprotegida, casi inexistente,
Traías una mirada tímida y respetuosa
Y reías Espontánea, Cristalina y Sincera.
Yo, ignorante, te miraba con pena
E ingenuo te hablaba solidario.
Pero cuando clavaste tus ojos en mi cuerpo,
Y con tus manos calientes tocaste mi alma,
Cuando murmuraste tus palabras orientales
Y caminaste por mis entrañas cansadas,
Te volviste ante mis ojos sorprendidos
La piedra caliente del volcán salvaje,
La roca fuerte del océano enfurecido
Y creciste, Grande, Infinita, Destemplada.
Luis Arias Manzo
Nenhum comentário:
Postar um comentário